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La historia de Beatriz: seguir adelante a pesar de los obstáculos
Os traemos hoy una historia real que nos ha hecho llegar una de nuestras pacientes, Beatriz. Ella es mamá de una niña preciosa de cuatro años pero su recorrido hasta conseguirlo no siempre fue fácil.
La tenacidad, como veréis a continuación, ha sido clave en esta historia. Cuando todo parecía conducir al abandono, Beatriz decidió seguir y por fin consiguió su sueño. Ella nos habla también de la importancia del equilibrio emocional y el mindfulness para llevar el proceso lo mejor posible.
Ser joven con baja reserva ovárica
Quiero compartir hoy la historia real que me condujo hasta mi maternidad.
Podría hablaros del shock que supone un diagnóstico de baja reserva ovárica a los treinta y cinco años. Eso, sumado a las alteraciones severas en el seminograma de mi pareja.
Podría hablaros de mis primeros intentos en clínica privada y en hospital público, los dos negativos.
Podría hablaros de la ilusión y la decepción de los distintos pasos del proceso, de la incertidumbre, del estrés y de la sensación de falta de control.
De cómo parece que tu vida está suspendida de un hilo a merced de cuándo te baje la regla, cuánto engrose tu endometrio, cómo se desarrollen tus embriones en un laboratorio. O de cómo transcurre la deseada y a la vez temida betaespera.
Pero hoy prefiero hablaros de dos de mis principales ayudas en todo el proceso: miniFIV y el mindfulness.
Mi experiencia en miniFIV
Tras haberlo intentado dos veces y aconsejada por una amiga, decidí probar un tercer intento, poniéndome en manos de Alfonso Bermejo. Pensé que, si con muchísima medicación, nunca obteníamos embriones para congelar, tenía sentido probar algo más natural y amable con mi cuerpo.
Desde el principio sentí la cercanía del equipo y la accesibilidad para preguntar mis dudas hasta quedarme tranquila. También nos dejaron elegir qué pruebas queríamos hacer o a qué especialistas acudir, incluso cuando no lo veían necesario. Esto me gustó porque en otros sitios parece que, si no sigues a pies juntillas a lo que te dicen, cambia el trato que tienen hacia ti.
El caso es que, aunque crecieron muy pocos folículos y solo un óvulo fecundó, llegó a ser un blasto precioso de los que embarazan y de los que parecen de ovodonación, por lo que me dijeron.
Sufrir una pérdida tras una beta positiva
Efectivamente, la beta fue positiva pero no llegó a duplicar bien y lo que parecía un sueño cumplido se transformó en una pesadilla con una especie de ectópico que crecía muy lento o bioquímico eterno… Lo que quiero reseñar de este momento es cuánto me ayudó el poder ir las veces necesarias a revisarme. Y también el poder apoyarme en las prácticas de meditación que llevaba años aplicando conmigo y con las personas que acudían a terapia conmigo. De esto hablaré más adelante.
Sin esta cercanía del equipo ni este recurso integrado en mí, sinceramente no sé si hubiera podido recuperarme emocionalmente. O al menos, no sé cuánto hubiera tardado.
Nos pusimos de nuevo a intentarlo y en la clínica nos recomendaron, con una increíble honestidad, que probáramos en la Seguridad Social. Alfonso me transmitió que lo podía conseguir también allí. Me explicó que lo que me había sucedido, aunque había sido un revés indudable, también era un signo de buen pronóstico.
Un giro con un final inesperado
De esta manera empecé mi ciclo en la Seguridad Social. No obstante, el equipo decidió suspenderlo porque solo habían crecido dos folículos. A pesar de ello, nosotros decidimos continuar el ciclo en miniFIV. Ellos continuaron con el control ecográfico y la valoración de la pauta de la medicación. Los dos folículos se desarrollaron, fecundaron y llegaron a implantar aunque uno dejó de desarrollarse.
El otro se llama María y ahora tiene cuatro años. Sí, podría decirse que mi hija es fruto de un ovocito rechazado por la Seguridad Social.
A quien no ha pasado por un proceso así le cuesta entender la complejidad mental y la dureza emocional que acompaña a cada paso y cada resultado.
La ayuda del mindfulness
A ti que estás leyendo este blog, te recomiendo sin dudarlo que te pongas en manos de un equipo que sea profesional y humano a partes iguales, como el de miniFIV.
Otro de mis consejos es practicar técnicas de atención plena o mindfulness. Así se consigue gestionar mejor las emociones y se puede descansar de vez en cuando del “ruido mental”.
A menudo, el gran malestar emocional que generan los tratamientos de fertilidad llevan a los pacientes a abandonarlos. La práctica de Mindfulness, o Atención Plena, es eficaz para prevenir los síntomas de estrés y depresión que pueden acompañar a la infertilidad.
Aporta beneficios que disminuyen el malestar emocional y nos permiten tomar decisiones desde la serenidad. Tener la mente en calma ayuda a barajar las diferentes opciones.
Así mismo, el mindfulness nos permite salir del modo automático obsesivo en el que nos vemos metidas muchas veces cuando no logramos ser madres. Y es que te permite reconocer dónde está tu mente en ese momento y dirigirla voluntariamente donde tú quieres. En mi blog hablo de mi experiencia con el mindfulness para ayudar a todas las mujeres que necesitáis un tratamiento para ser mamás. Podéis leerlo aquí.
A todas os deseo que consigáis muy pronto vuestro sueño de ser mamá.
Un abrazo y mucho ánimo!